Estamos viviendo un tiempo, Kairos, por así decirlo. Ese Kairos implica que Dios tiene una intención donde nosotros no podemos ser ignorantes sobreque Él está haciendo en medio nuestro. Cosas tan simples y tan sencillas como un estrechón de manos con alguien puede ser una cita divina que Dios nos está dando. El hecho que en algún momento recibamos una llamada que no estábamos esperando. Puede ser tiempo de Dios para su vida o para la vida de esa persona que está al otro lado del teléfono.
Eclesiastés, capítulo 3: Dice lo siguiente: “Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del sol tiene... su hora.".El relato bíblico dice que hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir. Un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado. Un tiempo para destruir y un tiempo para edificar. Un tiempo para llorar y un tiempo para reír. Un tiempo para guardar luto y un tiempo para gozarse.
Hay un tiempo para esparcir piedras. Y hay otro tiempo para juntar esas piedras. Hay un tiempo para abrazar. Y hay un tiempo para abstenerse de hacerlo. Hay un tiempo para buscar. Hay un tiempo para perder. Hay un tiempo para guardar cosas. Y hay un tiempo para desechar eso mismo. Un tiempo para romper las cosas. Y un tiempo para volverlas a unir. Un tiempo para callar. Y un tiempo para hablar. Un tiempo para amar. Y un tiempo para aborrecer. Todo debajo del sol tiene su tiempo. Y nosotros estamos en el tiempo de Dios.
El vivir en el tiempo de Dios es algo que no podemos dejar pasar por alto. No implica el que nosotros vamos a estar viviendo así, la vida del día al día. Significa que cada momento se tiene que vivir con una intención. Aún cuando yo me voy a acostar a dormir, tengo que hacerlo con una intención. Porque aún en mi sueño puedo tener un encuentro con Dios, tengo que estar atento a eso. Y Dios quiere mostrar cosas nuevas a cada uno de nosotros. Dios quiere hacer algo con nosotros. Muchos de nosotros no lo hemos experimentado ya.
Pero ese tiempo se acerca. Donde podremos ver a Dios en medio nuestro como nunca antes lo habíamos visto. Muchos de nosotros vamos a comenzar a conocer a Dios en muchas formas nuevas. Hay tiempos donde Dios está enfrente tuyo. Y Él es el que está recibiendo todos los golpes por ti. Hay otro tiempo donde Dios está detrás de ti. Él te está empujando y Él te está motivando. Y Él te está diciendo: ‘Atrévete. Hazlo ahora. Yo te estoy dirigiendo. Yo te estoy guiando. Soy yo el que está abriendo puertas por ti’. Y ahora hay otros tiempos, donde Dios está al lado tuyo.
Tal vez hemos experimentado a Dios en distintas formas. Algunos de nosotros hemos estado en esa temporada en que Dios está frente nuestro. Tal vez algunos de ustedes están en la temporada donde Dios está detrás de ti, empujándote.
Y puede ser que alguno tenga a Dios justamente a su lado. Pero hay un tiempo también, donde Dios no está. Hay tiempos donde Dios no está. Tú lo buscas al frente, atrás, al lado - y no está. Y usualmente decimos que este tiempo es El desierto. Es el tiempo donde no sentimos a Dios. Nos sentimos abandonados. Creemos que Dios se ha desentendido de nosotros. Pero Dios no se ha desentendido de nosotros.
El desierto usualmente lo vemos como algo negativo. Pero ese desierto es para que tú puedas interiorizar todo lo que Dios ha hecho contigo mientras estuvo al frente, atrás y al lado tuyo. Tú necesitas esos tiempos a solas para que puedas digerir las cosas. Si Dios está todo el tiempo contigo, dándote la comida en la boca, tú no vas a aprender a agarrarlo y echártelo tú mismo. Son esos los tiempos que Dios usa para ayudarte a crecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario