viernes, 9 de abril de 2010

Sanidad en tu cuerpo

Una de las promesas más poderosas que Dios ha dado, a través de su hijo Jesús, es la sanidad de tu cuerpo. Jesús sabía en forma clara que esta era una de las razones por las que el había llegado a la tierra. Su ministerio tuvo un gran impacto en la vida de miles de personas sanándoles física, emocional y espiritualmente. Donde quiera que el iba y le recibían con fe las vidas eran cambiadas. No hay que vivir atados por una enfermedad Dios te puede sanar hoy.

Desde el pecado de Adán el hombre le dio la oportunidad a la enfermedad para que entrara a su cuerpo. Aunque hay algunas enfermedades que son de nacimiento, hay muchas maneras en que una persona puede enfermarse, como por ejemplo, por causa de un descuido, por causa del pecado, o por un accidente.

La enfermedad puede llegar de muchas maneras pero hoy la solución puede llegar de una sola, a través de Jesús. Puedes visitar a tu medico pero si no tienes fe nada sucede. Puedes hacer  cambios en tu rutina diaria y no tienes fe de nada te sirve. Puedes ir a la Iglesia, recibir oración y ministración para ser sano y sino tienes fe la oración no dará resultado. Tu fe en Jesús es la respuesta para todas las enfermedades.

Santiago: 5:14-15 "14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite el nombre del Señor. 15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados."

En el libro de Santiago el autor nos presenta unos principios para recibir sanidad.

Primero, Clamar por tu milagro. Muchas personas se han acostumbrado a vivir enfermos. Cuando estudiamos los evangelios nos damos cuenta que todos los que fueron sanados por el maestro llamaron a la oración y unción, es decir, buscaron su milagro. Algunos gritaron, otros clamaron, una mujer le tocó el borde de su manto, otros se postraron delante de Él, hicieron todo lo necesario para llamar y por eso recibieron. Si le llamas hoy Él te va a responder. Dios ha puesto delante de ti personas con autoridad que están dispuestos a ponerse de acuerdo contigo por tu milagro.

Segundo, hay que orar. No puedes dejar el proceso sólo en llamar, la oración tiene que efectuarse. No puede faltar este ingrediente. No se puede quedar en tan solo un deseo o un pensamiento. Hay que dedicarle tiempo a la oración. Sin darnos cuenta tomamos por poco esta herramienta tan poderosa que Dios ha puesto en nuestras manos. Todo lo tu deseas y necesitas, incluyendo la sanidad, esta tan lejos como una oración.

Tercero, ungir con aceite en el Nombre del Señor. Lo más importante no es el aceite sino que se haga en el Nombre del Señor. Creo en la unción pero a veces nos enfocamos en lo elementos naturales y permitimos que pierdan valor por no prestar atención a las cosas importantes. Todo lo que hagas hazlo en el Nombre del Señor. Si tienes que hacer ejercicio, hazlo en el Nombre del Señor. Si tienes que cambiar tus hábitos alimentarios, hazlo en el Nombre del Señor. Si tienes que tomar algún suplemento o medicina, hazlo en el Nombre de Señor.

No importa la enfermedad o como haya llegado a tu vida. Hoy Dios quiere y puede sanarte. Hoy puedes ser tu uno de tantos testimonios de sanidad y cambiar tu vida para siempre.

Quiero invitarte hoy a que te adueñes de lo que dice Isaías 53:3-5 y entiendas que por ti y para este momento Dios envió a su hijo, para que pudieras vivir en sanidad.

Isaías 53:3-5 dice "3.todos lo despreciaban y rechazaban, fue un hombre que sufrió el dolor y experimentó mucho sufrimiento. Todos evitábamos mirarlo; lo despreciábamos y no lo tuvimos en cuenta.4ª pesar de todo esto El cargó con nuestras enfermedades y sufrió muchos dolores 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados."

El Señor de señores fue crucificado y en su muerte llevó nuestros pecados y enfermedades en sus hombros y en el momento de su muerte la enfermedad fue derrotada y por tanto somos sanos. Una sola de las heridas de Jesús es suficiente para que la sanidad física esté en nosotros. Créelo y vívelo. La palabra de Dios es medicina para tu cuerpo, es más poderosa que los antibióticos, su palabra es creativa.

La salud del cuerpo, la salud física, así como la salud mental, emocional y espiritual es parte del testamento de Jesucristo para todos nosotros. Tiene que creer cuando dice Yo soy tu Sanador, el te está diciendo: soy quien te devuelve la salud, el que te sana de toda enfermedad, de toda influencia y de toda herida, quebranto, angustia y dolor. ¡Esta es mi palabra establecida en el cielo, mi voluntad para ti y nunca cambiará ¡


Te bendecimos

Apóstoles Heriberto González - Ana Milena Montoya

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